viernes, 5 de diciembre de 2008

Ilusión de papel


Aquel domingo, 12 de octubre de 1997, es uno de los días más recordados por muchos peruanos en la última década. Recordado por el dolor, claro está. Perú jugaba contra Chile en Santiago, por la penúltima fecha de las eliminatorias a Francia 98; pero más que eso, la blanquirroja le decía adiós a un mundial. Perdimos 4-0, pero aún, a 11 años de lo sucedido, nadie encuentra alguna explicación. ¿Qué pasó aquella noche?


El Perú se quedó paralizado. El sueño de aquel pueblo ansioso de un mundial, por más que aún se aferraba al partido que faltaba contra Paraguay, parecía que desde ese instante se quedaría sólo en eso: un sueño. Nadie podía creer nada. Es más, toda la colonia peruana que ese día fue a ver a la selección permanecía inmóvil. Absolutamente nadie podía creer lo que estaba pasando (si de peruanos se trata, claro). Y es que Perú, hasta antes de ese partido, mostraba la verdadera esencia del fútbol: aparte del gol, ganaba y gustaba. Pero el Perú seguía paralizado. No era para menos. Y si alguna duda cabe, de que el Perú entero se quedó paralizado, habría que mirar los números: ese día se registró el rating más alto en la historia de la televisión peruana. 62,7 puntos para ser exactos, hasta finalizado el partido. Y ahora sí no tendría que ser para menos, el Perú seguía paralizado. “Gracias” por pasar el partido, canal 5.


¡Tú me hiciste, brujería!

La llegada peruana a Santiago fue estrepitosa, por eso mismo es que Reynoso –cuando se le pregunta sobre el tema- nunca responde. Desde el aeropuerto, en el camino y hasta el hotel el ambiente era hostil (de repente querían que vayan a un hostal, ahí quizás los dejarían dormir un poco). Pero siempre uno se exaspera cuando la situación ya es indeseable. Reynoso no aguantó más. Eran tantos los insultos, que se tuvo que olvidar de su capitanía –valgan verdades- bien merecida. “Apenas, pero apenas bajamos del avión y la gente ya empezaba a meternos presión, no nos dieron ni un solo respiro, era algo muy fastidioso. Toda la madrugada hicieron bulla, todo estaba en nuestra contra”, afirmaba Roberto “El chorrillano” Palacios. Cara de tristeza o cólera por la situación, aún no se la he podido definir. Para la anécdota, en una televisión chilena asistieron unos brujos que aseguraron que Perú ganaría. Experiencia quisieron decir, supongo.


Víctima de afecto

“Hay que ser sinceros, eso tú también lo debes saber. Perú venía de tiempos difíciles y resultados malos. Era de esperarse que la gente busque resultados inmediatos, los cuales no llegaron. Aún recuerdo mucho el partido en Guayaquil, que lo perdimos 4-1, parecía que las cosas no se iban a encaminar bien”, afirmaba Juan Carlos Oblitas, técnico de aquella selección. Y tenía toda la razón, Perú comenzaría mal esas eliminatorias: 1 derrota y 3 empates (Colombia, Argentina de local y Bolivia de visitante). Encima había que sumarle que los jugadores no querían venir a la selección, y no por antipatía hacia el técnico, sino que ya se había creado una mala imagen de la selección. Rarezas que tiene la vida. Todo cambiaría de un solo golpe. El 10 de noviembre de 1996 empezaría ese cambio. Se le ganó a Venezuela por 4-1 y, aunque hubo dos excepciones porque se perdió con Uruguay y Argentina, todo lo demás fue auspicioso para Perú. “Se formó un buen grupo mientras transcurrían las eliminatorias”, decía el chorri. La gente se empezó a “encariñar” y a encontrar respuesta en una selección que marcaba bien su rumbo, ya que no en vano se le había ganado de visita a Paraguay, Colombia y Venezuela. “La verdad, nadie daba un centavo por esta selección al comienzo”, acotaba Palacios. El partido clave sería contra Uruguay (1 partido antes del “encuentro” ante Chile). Se generó toda una expectativa, ya que ganando aquel partido se podría llegar por un escalón encima de Chile. Y así fue. Le ganamos a Uruguay 2-1 (no quiero entrar en detalles en el partido, porque tendría que hacer otra crónica titulada “El avestruz ninja”, en referencia al inigualable gol de Carty que dio el triunfo). Perú iría a Santiago con todas las condiciones a favor. Llegaban de la mejor manera.

Por su parte, la selección chilena, comandada por Nelson Acosta, también comenzó aquellas eliminatorias con serios altibajos. Empezó con un magro empate ante Venezuela (por aquel entonces seguía siendo el país de los beisbolistas) que dejaría a la expectativa el funcionamiento del equipo. Peor fue que luego, en su siguiente partido, le ganaría a Ecuador por 4-1 dejando –otra vez- la expectativa a los hinchas de cómo le iría al equipo: perdió los dos partidos siguientes ante Paraguay y Colombia. Ellos llegaban al partido contra Perú con otra mentalidad, ya que por un lado estaba el hecho de haber perdido ante Argentina, pero la posibilidad de que ganándole a Perú lograría amplificar sus aspiraciones de llegar al mundial. Era la otra cara de Perú.


Parte de este juego

Suele decirse que el respeto nunca se debe perder, o por lo menos, es lo que nuestros padres nos inculcan (creo yo). Aquella noche en Santiago, esa palabra fue DESTIRPADA del diccionario de la RAE. Cuando se cantó el himno peruano, todos los jugadores de nuestro país entraron en un asombro, que más allá de ser ello, parecía temor. Abuchearon, pifiaron, silbaron nuestro himno hasta que los pulmones no les dieron más. La cara de Balerio lo decía todo: aunque no lo querían mostrar, esa “bulla” los perjudicada, los hacia titubear sobre su funcionar al momento de estar en la cancha. La hinchada chilena estaba empezando a ejercer presión sobre los futbolistas peruanos, que aunque no lo crean, se reflejaría en el accionar desde el comienzo del partido. En el banco de suplentes peruano fue otra historia. Cuando se enfocó una vista panorámica de los suplentes, se notaba algo en especial. Paul Cominges miraba de un lado al otro, como para entender que de verdad se estaba cantando el himno o era una joda. Él tampoco podía asumir que no se respetara el himno nacional peruano, pero de poco o mucho podría servir su apreciación ya que no era titular, no le afectaría porque no jugaría de arranque aunque valga la aclaración que él hizo. Lo mismo se reflejaba en las imágenes de los suplentes, ya que a pesar de no poder creer nada, estaban tranquilos, aunque no tan tranquilos, porque en cualquier momento podía pasar cualquier cosa. Julinho, Dulanto, Bazalar, etc. “Veía a los jugadores que estaban en la cancha y me impresionaba la miraba que tenían, no se que pudo estar pasando por sus cabezas en aquellos momentos”. Teófilo Vilca es uno de los co-protagonistas de este hecho, era –y es- el kinesiólogo de la selección que estuvo esa noche, y daba su impresión al ver a los jugadores. Una más de las que casi todos pudimos ver, aunque esta es una fuente más cercana.


Espérame un ratito más, París

Llegamos a la parte más esperada, que a la vez es la más preguntada. Lo que pasó aquella noche. Ya hablamos sobre los himnos, sobre cómo llegaban los dos países a este cotejo y la influencia que tuvo el público en todo momento. Pero, a la hora de la hora ¿todo ello no puede opacar el momento futbolístico, o sí? Comenzó el partido y podemos darnos cuenta que todo había influenciado mucho. La primera pelota que tocó José Soto, sin marca ni nada por el estilo, la rechazó hasta Lima. Signo de nerviosismo. Durante el primer tiempo, Perú intentó por momentos hacer su juego, pero el apresuramiento chileno lo iba superando de a pocos. Chile contaba con un equipo duro: Nelson Tapia, Pancho Rojas, “Chamuca” Barrera, “Coto” Sierra y un “delanterito” como Salas. Marcelo Salas.

74 259 personas. Apabullante escenario. Pero más apabullante fue que se tenga el partido en contra antes de los 15 minutos. A los 13’, el “Matador” Salas batiría el arco de Balerio para decretar el 1-0. Pero este sería el gol 1 de 3 para el chileno, que estuvo infernal aquel día. Cómo para que quede en el sarcasmo, su último gol lo marcó en el minuto 89’.

Perú también contaba con un buen equipo, que tenía en aquel entonces la base del Sporting Cristal: Balerio, Palacios, Solano, Julinho, Maestri, J. Soto. Este partido no salía nada, encima, Jayo comenzaba a desesperarse al no poder contener al chileno Castañeda. Indicio de lo que pasaría luego. Chile dominó el partido después del primer gol, aunque hubo dos jugadas aisladas en las que Perú pudo empatar, lástima que el palo le negó la oportunidad a Maestri. O mejor dicho, le negó la oportunidad dos veces seguidas. Reynoso –creo yo- hasta hoy se debe estar preguntando que le pasó aquella noche. El último gol del matador fue PASE GOL del peruano. Sí, así como lo leyó. Otro sarcasmo se podría decir, aunque esta vez lo hizo el peruano. Cómo hace un rato lo dije, lo peor que nos pudo pasar fue que Jayo se hiciera expulsar, explicar el porque sería volver a revivir el momento, ya nadie se quiere sentir en ese mismo.

No podríamos afirmar con certeza que es lo que pasó esa noche, pero hay algo que si todos tenemos claro: La gente influyó muchísimo. Creo que nunca antes se había visto una “caravana” general en contra de un equipo, con agresiones y todo (cosa que está mal) pero que a la hora de la hora influyen. Perú no pudo mostrar su categoría que llevaba impuesta la marca de Juan Carlos Oblitas. Esa noche, encima de ello, Marcelo Salas se levantó con ganas de “Matar”. Chile jugó bien y concretó las opciones que tuvo. Ahora, si uno se pone a pensar que hubiese pasado si jugaba Zamorano. Mejor, dejémoslo a la interpretación de cada uno.


“Ya no quiero recordar más ese momento, ha sido el momento más triste de mi historia”. El “Chorri” lo decía con los ojos caídos. Y es que es verdad, aquella noche se perdió el pasaje a Francia 98. Lo que vino después, el triunfo ante Paraguay estaba de más: Chile le había ganado a Bolivia y con ello igualábamos en puntaje, pero ellos iban al mundial POR DIFERENCIA DE GOLES. Sí, por DIFERENCIA DE GOLES. Aunque muchos no quieran volver a recordarlo, es así. La ilusión nadie la quiso perder, pero esa noche fue fatídica. Millones de peruanos quizás no consolaron el sueño aquella noche, millones de peruanos quizás empezaron a analizar con sus amigos que nos pasó aquella noche, millones de peruanos quizás no pueden olvidar aquella noche. Ay, aquella noche. ¿62,7 puntos de rating, no? Hubiese sido bueno que alguno de esos puntos –aunque sea uno- nos hubiese ayudado para pasar en la tabla a Chile. Aunque sea el decimal, valía.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Conteo Regresivo

A falta de 4 fechas para terminar el Torneo Clausura, Sporting Cristal alejó prácticamente su opción al título, tras caer de local 2-1 ante Bolognesi.

“Parecía que jugábamos un partido de pretemporada y no una final cómo debía ser, aún no entiendo el rendimiento del equipo”, fue literalmente lo que quiso decir Juan Carlos Oblitas al final del partido. Tanto esfuerzo, que se hizo durante todo el campeonato, hacia desilusionar a un técnico que empezaba a hacer un conteo regresivo: 2 goles que –probablemente- dejarán sin 1 título al club rimense y que encima lo deja con 0 opciones de luchar el campeonato hasta el final. 2-1 ganó la San Martín. Perdón, el Bolognesi.

La palabra de Oblitas reflejó lo que en verdad se vio en la cancha. Un partido atípico. Cristal se jugaba la vida en este encuentro, porque sólo le servía ganar para poder seguir esperando que la San Martín cayera. Ahora que debió hacerlo, ya que la San Martín sólo empató con el Sport Boys, dejó que todo pasara. El rival, Bolognesi, también tenía muchas necesidades. Desprenderse del fantasma del descenso era su objetivo y lo logró. Aunque un poco “malcriado”, el equipo tacneño venció de visita y, encima, dejó prácticamente sin chances a los rimenses.

Bolognesi parecía local. Durante los primeros 45 minutos tuvo hasta 4 ocasiones de gol para concretar pero no lo hizo, aunque esto ya era un indicio de que aspiraban a un buen resultado. Por su parte, Sporting Cristal, sólo atinaba a hilar jugadas que no tenían profundidad. Consecuencia de todo esto, con un factor de suerte claro, fue el primer gol del Bolognesi que llegó en el último minuto del primer tiempo. Razzoti se debe seguir lamentando el hecho de haber cabeceado, ya que hizo un autogol. 1-0 ganaban los visitantes.

El segundo tiempo no tuvo 45 minutos, sino 8. Sólo le bastó 8 minutos al Bolo para liquidar todo, salvo una “interrupción”. En el minuto 4, el árbitro, Héctor Pacheco sancionó un penal que nunca existió, tras considerar una mano de Jesús Álvarez en el área. El ex arquero de Cristal, Manuel Heredia, le hizo recordar a todos los hinchas cerveceros que nunca lo debieron dejar ir. Atajó el penal. El partido continuaba 1-0.

Muchas veces se dice que las injusticias se pagan; esta, no fue la excepción. En el minuto 8, casi momentos después del penal, Juan Barros concretó –con un golazo- el contraataque del Bolognesi para decretar el 2-0. Bolognesi respiraba más tranquilo, aunque sufrieron un pequeño susto tras el descuento de Wenceslao Fernández. Cristal se ponía 2-1, pero solo fue como lo dije hace un momento: un susto y nada más.

La misma novela esta a punto de repetirse. Cristal prácticamente se quedará sin un campeonato este año, aunque las matemáticas no le quieran poner el epílogo a esta historia. El prólogo lo podemos discutir, pero el nombre de la novela lo puso Juan Carlos Oblitas: Conteo regresivo.

jueves, 20 de noviembre de 2008


Por mi gente

Gracias a la buena actuación del arquero Salomón Libman, Alianza Lima superó 2-1 al José Gálvez y se aleja de los últimos puestos de la tabla acumulada.

Aún no terminaba el partido y todos querían correr a abrazarlo. Salomón no quería recibir muestras de cariño a pocos segundos de que finalice el partido, ni mucho menos un gol. Aún Claudio Velásquez tenía sus últimas chances de patear contra su arco y ya se resignaba. Aún Richard Páez seguía dando indicaciones, pero dentro de él le agradecía a Dios el haberse puesto hoy la camiseta de Alianza. Para ser más específico, se puso la del arquero. Y claro, en su espalda decía: Libman.

Alianza Lima hoy no podía perder. Se jugaba la vida ante los más de 20 000 hinchas que se acercaron hoy al recinto de Matute. Por más que muchos vieran el partido en el “Verídico de Fidel”, una cevichería que se encuentra al costado del estadio, todos debían alentar a un equipo que, más que gritar arriba Alianza, necesitaba sumar en la cancha al jugador número 12 para ganar los 3 “Anhelados” puntos.

El partido comenzó a pedir de boca para los de La Victoria. Minuto 9. El pequeño Carlos Fernández remata al arco tras un desborde por la banda izquierda. 1-0. Aunque Muro fue su cómplice, el pequeño Fernández celebró el gol cómo si fuese el pase a cuartos de final de la Sudamericana. No era para menos. Se comenzaba ganando.

Montaño y Ciurlizza tuvieron una muy destacada actuación en el primer tiempo. El primero, con maniobras mágicas con el balón que permitían a Alianza llegar a arco rival. El segundo, trabó en los momentos justos pero por sobre todo salió jugando cuando pudo. Pero está muy bien dicho que el fútbol vive de goles. El “Zorrito” Aguirre –al parecer- olvidó por completo esa frase durante todo el primer tiempo: falló tres oportunidades claras de gol.

El segundo tiempo tendría sólo un nombre: Salomón Libman. Y es que a pesar de que Alianza fue superior, más aún con el ingreso de Alexander Sánchez, José Gálvez se adueñaría del partido después de un breve lapso: minuto 12, gol de Aguirre, Alianza festeja. Todo lo que vino después de ese minuto fue para el equipo de Chimbote que, luego de 12 minutos, dio la primera señal de alarma. Claudio Velásquez anotaría el descuento al minuto 24. Los fantasmas del descenso se le volvían a aparecer a Alianza Lima.

Llegaban una, y otra, y otra vez al arco de Libman pero nada. El Arquero, hasta el último minuto, estuvo excepcional. Atajó balones casi imposibles. Claudio Velásquez no podía creer nada. Richard Páez creía en todo, más aún, en su arquero. Pitazo final. 2-1. Hoy quedará grabado en la memoria de todos los hinchas aliancistas –y de los jugadores- que Alianza sabe surgir de los momentos difíciles. A excepción de Libman, que nunca querrá sacarse la camiseta que un día Dios sudó.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Con las manos vacías...

Tras una mala actuación de Erick Delgado, Sporting Cristal cayó 2-1 ante Juan Aurich en Chiclayo y se sigue alejando del título.

Oblitas miraba al cielo. Sus compañeros lo miraban a él. Era la sexta pelota que se le escapaba de las manos, aunque lamentablemente esta vez sí tendría consecuencias. Delgado se preguntaba a sí mismo qué le ocurrió. No podía asumir que su error le esté costando el partido a los celestes. No podía asumir que un centro tan débil se le haya ido de las manos. No podía. Es más, un momento antes tenía fe en que sacarían un buen resultado. La fe se le terminaría al ver a Zegarra corriendo hacia la esquina, cuando ya gritaba su gol. 2-1. Ya todo estaba de más, este era el resultado final.

El partido tuvo un trámite con muchos altibajos. En determinados momentos cada uno tuvo superioridad en el partido. En el primer tiempo, tras el gol de García para el Aurich, Cristal adelantó sus líneas pero no le bastó. El "Chino" Ximénez no estuvo preciso en los momentos decisivos, cuestión que Oblitas no logró superar ni con Murillo ni Cominges.

Cuando Aurich empezaba con ganas de liquidar el partido en el segundo tiempo, Lalopú cometería un penal grotesco, que fue facturado por Ximénez. A pesar de volver a tomar la iniciativa, Cristal nunca aprovechó sus llegadas a arco rival. Sólo le bastó al ex-Cristal, Carlos Zegarra, un error de Delgado para liquidar el partido, pero por sobre todo, dejar a su ex-equipo cada vez mas lejos de su opción al título.

El resultado fue cómo la actuación de Delgado: Inestable. Cualquiera de los dos pudo haberlo ganado, pero los errores propios esta vez fueron de la visita. Delgado quizás se sigue preguntado que pasó. Lo más propable es que Oblitas le recuerde algo. Quizás a final de campeonato se queden con las manos vacías.

jueves, 6 de noviembre de 2008


Y todavía no...

Luchando por no descender, Juan Aurich venció 2-1 al Sporting Cristal con goles de Carlos Zegarra y Fernando García.

¿Con qué cara le iban a reclamar a Pacheco? ¿Es qué acaso, hasta el heladero que estaba en la tribuna, no lo vio? ¿Alguien sería tan desvergonzado de ir a pedirle una explicación? Penal a favor de Cristal. Todos se miraban y no encontraban ninguna explicación. Corría el minuto 2 del segundo tiempo. Lobatón lanza un centro por derecha con la intención de que el “chino” Ximénez facture el gol. Felizmente –para ellos- no fue así. El goleador del Cristal no llegaría, ni saltando 2 días antes, a esa pelota. Un cándido Lalopú, en complicidad del “Cuto” Guadalupe, terminaría por enredarse. Es más, terminaría por asustarse. Nadie supo, ni él mismo, que intención tuvo al momento de alzar la mano. Si de algo todos estamos seguros –hasta él- es que lamentablemente tocó la pelota en su totalidad, como jugada de balonmano, que “difícilmente” no sería vista por el árbitro Héctor Pacheco. Acababan de regresar del entretiempo y todos los jugadores del Aurich se volvían a meter en el partido –que por cierto iban ganando 1 a 0- a excepción de alguien. Recién era el minuto 2. Lalopú no lo podía creer, trataba de darle explicaciones a Martinuzzi y al “Cuto”, pero ya todos estaban resignados. Aquella resignación tenía un solo nombre: Miguel Ximénez. Minuto 3, gol del Cristal. Lalopú no lo podía creer, sentía que el partido se le escapaba de las “manos”.

Sporting Cristal salía decidido a llevarse los tres puntos, no tenía de otra. Por su lado, el Aurich, debía empezar con pie derecho la nueva era de Franco Navarro que llegaba con un solo objetivo: salvar la categoría. Comenzaba el partido y los dos equipos eran muy livianos, apenas en 15 minutos sólo hubo una ocasión de gol a favor del Aurich. Corner de Karl Fernández que fue impactado por Fernando García, que por cierto salió ligeramente desviado. Aurich comenzaba a imponerse, constantemente los jóvenes –de las inferiores de universitario- Rey y Fernández eran un peligro por las bandas. Lamentablemente no llegaban a concretar las jugadas porque Villalta comenzaba a anticipar a los delanteros. Claro estaba. Ninguno de los dos dejaría pasar la oportunidad de su vida. El partido se volvía muy trabado. Oblitas no podía creer que el “chino” Ximénez no haya tocado una sola pelota, es más, parecía que la ambición de uruguayo por el gol 31 se había quedado en Lima. Franco, por su parte, había notado en dos jugadas algo extraño en el arco celeste: Erick Delgado no mostraba seguridad. Y era cierto, en los dos remates que hasta el momento había concretado el equipo chiclayano, Delgado nunca intento atraparlos, sólo desviarlos. Punto a su favor. De esta forma, ante ya casi 3 malas salidas del arquero rimense, llegaría el gol del Aurich. Minuto 25. Tras un centro que realizó el chico Fernández y una mala salida de Delgado, que dejó sólo a Fernando García, el equipo de Navarro concretaría la superioridad que mostraba hasta ese momento. De ahí en más, el partido volvió a la “calma”. Claro, Oblitas se quedó por lo menos un “poco” tranquilo porque el Ximénez tuvo una ocasión de gol, aunque no se haya concretado. “Tranquilo” también porque los minutos transcurrieron y Pacheco le dio fin al primer tiempo, le esperaba una larga charla –llámese 15 minutos- con Delgado.

Apenas regresaron del entretiempo, sucedió la historia ya contada. Miguel Ximénez empataría el partido y continuaría esta historia. Todo se volcó a favor del equipo rimense, las llegadas empezaron a ser una constante para el Cristal, quién empezó a hilar fútbol en la medular con Daniel Sánchez y el “chorri” Palacios, pero sólo por –exactamente- un cuarto de hora. Minuto 15. La sombra negra se le volvería a aparecer a Delgado, quién volvió a fallar en la salida. Un ex – Cristal, Carlos Zegarra, tomaría el rebote para liquidar el partido. 2-1. Aunque volvería a pasar lo mismo del primer tiempo, ya no le bastó al Cristal adelantar sus líneas hasta conseguir el gol –a pesar que quince minutos después Zegarra fue expulsado- porque Navarro le puso el candado. Los cambios del dieron resultado: Quintana y Chará, para buscar alguna posibilidad de contragolpe, por Holsen y Fernández. Llega un determinado momento en que Oblitas entra en desesperación, trata de hablar con Walter Fiori para poder entender que había pasado con Delgado, que a pesar de ya no influenciar en el partido, no podía haberlos perjudicado tanto.

La temática, por sobre todo, fue la misma: liviana. Los dos equipos mostraron altibajos –sobretodo Aurich- que les pudieron costar el partido. Aurich supo aprovechar los errores y se llevó un buen triunfo. Aún quedan 8 fechas y mantiene la ilusión de quedarse en la “máxima “categoría a cuestas del Bolognesi. Oblitas se retira a vestuarios, aunque ya estaba demás decirse a sí mismo que el campeonato se le escapó de las manos. Así como a Lalopú, que ahora siente que puso la mano de Dios a este partido.


viernes, 31 de octubre de 2008

Poker de ases

Aún faltaban quince minutos. El corazón del hincha xeneize -así como su ilusión al título- empezaba a apagarse a pesar de haber mejorado. Nadie imaginó que el técnico tendría -mucho menos en este momento- dos ases bajo la manga. ¿Y es que acaso serían la cábala?. Gaitán entró para ayudar, pero por sobre todo, Mouche no desentonó en la segunda jugada que tuvo y anotó el gol del triunfo. Total injusticia. Total desesperación de los hinchas de Banfield que habían visto dejar a su equipo hasta lo último que les quedaba.Total, ganó Boca. Total, fue gol de Mouche.

viernes, 24 de octubre de 2008

Te sigo esperando, River

Semivacío. Quizá cualquier persona -que no se sintiese hincha de un equipo tan grande- le daría igual ir al estadio a ver a su equipo, o quizás no. River Plate -cómo sabrán "todos" los que fueron esta noche- no es un equipo chico, ni mucho menos tiene un estadio chiquito. Faltaban pocos minutos para iniciar el partido y el estadio lucía igual. Semivacío. Y no era para menos. Hace menos de una semana el corazón del hincha millonario se había sentido tocado. Nadie esperaba que el clásico rival -llámese Boca- terminara de hundir la ilusión del hincha que hace tres meses, después de haber sido campeón, esperaba levantar su primera Copa Sudamericana. Tribunas vacías. Silencio absoluto. Sale el equipo a la cancha. El rival: Las Chivas. Aunque muy fuera del resultado -valga la redundancia, negativo-, el rival sería otro. El corazón del hincha. Un corazón semivacío.